Porfirio Mamani Macedo
Carta abierta a mi querido PERU
Alárgate humana sombra cuando pasen
las voces de los desgraciados.
Que tu sombra río, humedezca sin temor
la larga cabellera que todos arrastramos.
Y tú, silencio, brota como escarcha con el día.
Llena hombre tu pecho de rayos, no sólo de recuerdos y de olvidos.
Enciende los caminos no sólo de nostalgias,
sino también de cantos que superen tu destino
Que tus ojos, extraño caminante del desierto,
en el polvo no se queden.
Que las noches sean claridades.
Que los días sean colmados de dulces melodías,
no de fúnebres miradas que recorren las ciudades.
Que todo rostro sea amado,
como amadas son las flores de los campos,
como amadas son las estrellas que nos miran en la noche.
Que los frescos prados busquen la mirada de los hombres.
Que los hombres sean buenos
no monumentos corroídos que se mueven.
Que todo sea diferente.
Que el Perú sea de oro
no de mármol y de olvido,
no silencio, mudo, memoria sin recuerdo.
Que las aves vuelvan a volar sin miedo.
Que las orillas de los mares sean cristalinas.
Que los aires sean también cristalinos.
Que las regiones hoy oscuras sean transparentes
Que el humo vuelva a ser humo
Y la ilusión vuelva a la ilusión
Y la esperanza a la esperanza.
París, 27/04/01
Porfirio Mamani Macedo
las voces de los desgraciados.
Que tu sombra río, humedezca sin temor
la larga cabellera que todos arrastramos.
Y tú, silencio, brota como escarcha con el día.
Llena hombre tu pecho de rayos, no sólo de recuerdos y de olvidos.
Enciende los caminos no sólo de nostalgias,
sino también de cantos que superen tu destino
Que tus ojos, extraño caminante del desierto,
en el polvo no se queden.
Que las noches sean claridades.
Que los días sean colmados de dulces melodías,
no de fúnebres miradas que recorren las ciudades.
Que todo rostro sea amado,
como amadas son las flores de los campos,
como amadas son las estrellas que nos miran en la noche.
Que los frescos prados busquen la mirada de los hombres.
Que los hombres sean buenos
no monumentos corroídos que se mueven.
Que todo sea diferente.
Que el Perú sea de oro
no de mármol y de olvido,
no silencio, mudo, memoria sin recuerdo.
Que las aves vuelvan a volar sin miedo.
Que las orillas de los mares sean cristalinas.
Que los aires sean también cristalinos.
Que las regiones hoy oscuras sean transparentes
Que el humo vuelva a ser humo
Y la ilusión vuelva a la ilusión
Y la esperanza a la esperanza.
París, 27/04/01
Porfirio Mamani Macedo
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