Gustavo Armijos es un fervoroso animador cultural, poeta, crítico, locutor deportivo, bohemio, buen bailarín, antologador que rompe esquemas y cánones establecidos. Es también director de una revista literaria que persiste en subsistir a pesar de todas las 0crisis juntas, las adversidades reunidas y contingencias del futuro. La tortuga ecuestre, que es como se llama la publicación, es a la vez un homenaje al poeta César Moro. Acaba de salir a la circulación el número 296 y curiosamente corresponde a diciembre del 2009, cuando recién estamos en enero del Año del Perro del Hortelano. (Seguramente es un error o se maneja con otra clase de calendario). Según consigna para los historiadores del futuro se trata del año XXXVI de edición. En fin, más allá de las anécdotas y las malas pasadas de la fechas, a Gustavo Armijos no le hará nada la crisis que se cierne sobre el sistema porque La tortuga ecuestre, seguirá caminando, a pesar de los errores de los correctores.
EL UNIVERSO EN TUS OJOS
Siempre te escapas en el denso oleaje de una marea negra
y mientras huyes se va diluyendo el minúsculo laberinto
en que dominas tu mirada frente a la costa de los vientos.
¿Qué territorio te sujeta a la faz del planeta?
¿A quién indagar por las líneas que nos conducen de manera/
laberíntica rumbo a la eternidad.
Si me miras pienso que la noche comienza a encender
sus fuegos en tus ojos de gacela
nada mejor que la luna entre tus cejas como claras líneas.
No deseo que tus pensamientos se atropellen como corceles/ peatonales
y el cielo raso sea una selva oscura es esta mezanine
donde tu silueta es una piedra que no da en el blanco
y se desliza tenuemente como una lluvia hacia el confín/
del universo.
Hay intensa confusión de litigantes cuya única controversia
es la muerte como puerto a la intemperie en el invierno.
Los seres humanos convertidos en estatuas de granito
los papeles apilados hasta construir una fortaleza
y entonces el viejo adagio hecha la ley y la trampa
quedó cerrada para los inmensos impostores de la ley.
Nada queda para el amor en estos predios lúgubres
y al final de la tarde todo ha de ser como al comienzo
tú una mujer de esbelto talle y sinuosa cabellera
y yo pobre cojudo tratando de ganarle un juicio al destino.
zorrosabajo@hotmail.com