oráculo

30.12.19

ENTREVISTA Y POESÍA SOBRE El LIBRO : "SIN PILOTO AUTOMÁTICO" de Antonio Sarmiento, desde la cueva del zorro Lima / Perú. 2019

                                           ENTREVISTA Y POESÍA
                    



                                                              Antonio Sarmiento

Sin piloto automático de Antonio Sarmiento.  Es un poemario de potente fuerza lírica que trae un tema tan actual y dramático, como es el de los migrantes. No hemos visto un blog o páginas por internet que hayan difundido los poemas de este libro, por lo que nos parece oportuno ofrecer un racimo escogido para que  puedan apreciar  el nervio y el estilo de su autor, con quien conversamos en un lugar propicio para el deleite estético, como es la biblioteca del Callao. Aquí la entrevista completa.

   
El tema de los migrantes es un tema complejo, ¿cómo nació la idea de escribir un poemario que contenga todos los avatares del migrante?
Yo diría que es un tema clave de la literatura de todos los tiempos. Desde los inicios de la humanidad hasta hoy el hombre ha sido y es un nómada, un trashumante, por diversas causas y circunstancias. Los acontecimientos históricos se han ido moldeando de acuerdo a estos grandes desplazamientos. Luego de mi libro La colina interior -con el que gané el Copé-  me di de golpe con estas ideas a través de un lenguaje simbólico, que deseaba expresar las características sociales y psicológicas de un éxodo.

¿Tuviste alguna experiencia como migrante indocumentado o quizá alguien muy cercano a ti?

No, mi experiencia es, acaso, más íntima. Yo nací en Chimbote, pero desde los 8 años radico en el Callao, puerto en el que he echado raíces con mi familia. Salir muy niño de mi tierra alimentó en mí una condición de desarraigo, con ese anhelo de volver al nido donde nací; pero, luego el tiempo me enseñaría que pertenezco a esos dos espacios trascendentes. Hay que rescatar las cosas positivas, y adaptarse lo mejor posible ante cualquier situación.

Sin piloto automático es como una elegía a quienes llegan a países como Estados Unidos cruzando fronteras y corriendo todos los riesgos. ¿Cuál es el foco central del libro?

El término de elegía es exacto. Implícitamente el poemario es un grito de protesta ante el dolor de seres humanos que emigran en las peores condiciones. En sus páginas aparece la voz narrativa del yo poético; lo acompañan el cuy, el paiche y la merluza, como alegoría del Perú y sus tres regiones. El cactus simboliza el ideal de país, es un quijote redivivo. También como personajes aparecen las montañas, el viento, la lluvia, las piedras, que se mueven y tienen vida propia. El hombre no aparece sino recién en el último poema. Precisamente, el libro da cuenta de su búsqueda, va en pos de la humanidad, de la esencia humana, de sus valores, señalando que nada está todavía perdido.

Sin embargo, noto mucha desesperanza en las situaciones que trata tu poemario: un mundo de posguerra, alusión a una guerra nuclear…

En efecto, en su forma externa se visualizan situaciones traumáticas propio de un drama tan complejo como una migración, pero justamente ahí en medio del caos la vida se alarga hasta el final de sus páginas. Incluso uno podrá advertir cierto humor, ironías que están ahí incrustadas en medio de un lenguaje de tensiones. Además, la última sección que titula “Detrás de cámaras” tiene un efecto comiquísimo. Es el humor a mandíbula batiente que rompe la estructura tensa del poemario. Es como si al finalizar una película de guerra, los personajes que se daban de balazos, se van a tomar unos tragos en el primer bar que encuentran.

¿En la literatura peruana has podido observar libros que hayan tenido mucho que ver con el tema de los migrantes?

El escritor no solo va mudando o circulando a través de su escritura, sino que también se considera un migrante, un exiliado del sistema social, por así decirlo. Es más, los grandes libros de la literatura peruana se han dado en situación de migrancia de sus autores: Los Comentarios Reales, Poemas Humanos, El Pez de Oro, La Tortuga Ecuestre, etc. Por otro lado, hay poetas que sin moverse del país vivieron en condición de exiliados interiores. Ahí están Eguren, Martín Adán y Arguedas.

Entonces el tema del migrante en la literatura es un tema recurrente. ¿Ello también lo enfocas por el lado de la lectura y del lector?

El lector, en sí mismo, es una persona en latente migrancia respecto a sus lecturas. Mi adolescencia, por ejemplo, estuvo marcada por mi afición hacia el romanticismo y el simbolismo, especialmente por los poetas malditos; luego transité por la vanguardia: surrealismo, antipoesía; y luego por un estilo más narrativo y coloquial. Al final creo que mi poesía asimiló de todo un poco, y eso es un valor a rescatar. La temática migrante tiene dos caras: una mala (y dolorosa), y una buena. Debemos extraer lo más positivo de esta condición.

DATOS:

Antonio Sarmiento es poeta y, además, ejerce la crítica y la investigación literaria. El 2015 reunió su obra lírica escrita hasta esa fecha en Tiempo tatuado en la piel. Ese mismo año su poemario La colina interior, obtuvo el Premio Cope de Oro, organizado por Petroperú. Actualmente trabaja en la Municipalidad Provincial del Callao, como administrador de la Biblioteca Municipal “Teodoro Casana Robles”, donde realiza programas de fomento del libro y la lectura hacia la comunidad chalaca.





              











                             Antonio Sarmiento



POEMAS EXTRAÍDOS DE “SIN PILOTO AUTOMÁTICO”


                                  III

Brilla la tierra iluminada con los resplandores
del crepúsculo (5)


Salí del pueblo un sábado negro
a la edad del canto de los turpiales, la tierruca
orlada de cumbres y amaneceres dejé atrás

Downtown, a la sombra del día

ahí las cabras nunca terminaban de pasar.
Dejé el verde de mi valle, la
grave hospitalidad de los pinos
afilándose con el viento la montaña
           
Downtown, quedó a tiro de gracia

ionizado por la luz crepuscular.
Me fui siguiendo a la nave nodriza
-bola de fuego de día y por la noche
bandeja de plata-  buscando la humanidad

Downtown, es una columna de humo

densas bocanadas de neutrones
el viento se llevó, ahora
forastero soy de tierras dolientes
que crujen sin cesar

Downtown, fijo en mi mente

nunca lo podré olvidar.
Bajé al mar, al desierto, y entre
las colinas el hombre ¿dónde está?
la nave en el cielo espiaba
sus hélices no dejaban de girar

Downtown, solo entre mis muertos

agarrotadas de piedras las axilas
me llevó el destino al azar,
pero salí en busca del hombre, a
dar alcance a la perdida humanidad

Downtown, vejado por el viento

endurecido de luz metálica llegué
a cadavéricas tierras, crucé el llano
el páramo, la remota lejanía
y el hombre siempre más allá

Downtown, enclavado en la distancia
           
en la tierra de nunca jamás, sí,
salí a buscar al hombre, con
párpados y acento cordillerano,
llevo la sarna de la radiación solar

Downtown, vienes del futuro

viejuco pueblo de amanecer,
debemos escarbar en el hombre,
rastrillar las cenizas, sus restos
de dolida eternidad

Downtown, último refugio

a tu sombra volveré.
Un día salí de tu vientre
y me fui hacia el horizonte
a buscar la perdida humanidad.

             …..

En la montaña la nave gira
la rosa se eleva radiante por encima
del amanecer ¡La rosa más triste
que he visto en mi vida!



                                  IV

Correcaminos, eres más veloz que un jet,
pobre coyote, ya no sabe ni que hacer (6)

                                                                                  
Bajando de las altas colinas del futuro
serpenteando los bordes más sombríos
del alma de la montaña, a toda velocidad
un correcaminos viraba sus aletas en
velocípedo invisible hacia el llano.

Con mirada rectilínea, de soslayo, vio por
el retrovisor un misil con cara de coyote
y garras de coyote a punto de darle caza,
presto, con ligeros pies batió la tierra y fugó
con jovial rictus ante la mirada del cactus
que seguía sus rastros de guisante.

A la hora grave de la estepa solitaria
la circunferencia del proyectil caerá
en el gran blanco de su cuerpo a estribor.
Pobre correcaminos no hay piedad para él;
abdicaron los grandes soles del futuro
y su destino sin presente ya está trazado;
exhausto, vino a desplomarse a mis pies.
Ni una barra de oxígeno ni la galleta marca
Acme pudieron salvarlo de la potente
garra que le destrozó las extremidades.

Bajo la sombra del cactus yace a la
carrera en sombra de su tarde, bip bip.




                               XII


Tierra sin fin para los que descienden
por los grandes fósiles de días inútiles
con el viento que hiede a rosas tumefactas
y misiles de alcance medio en zona liberada.
           
Campo de las imantaciones, de burdos presagios
de peso leve de lumbre, con el paiche
palpando en el aire un país en extinción.
¡¡¡Albóndigas!!! -sorprendido exclamó el cactus-
Tenía hinchado el glande y a ellos se les erizaron
los pelos al ver una partida de hienas infames
que ofertaban el norte, el vientre y el
famélico sur de ese país en ruinas;
tirados los dados a la suerte y abolida
las leyes de gravitación sintieron
su aire pesado y malagüero que
con la jarjacha confundió el cuy
cuy cuy cuy cuy cuy cuy cuy cuy

Chacchando el cactus se acercó
a la frontera; estaba tan entonado
en su delirio que no vio a un grupo
de alces sangrar en la alambrada.





                            XIII

                                                                              (Huaylas)


El cactus se fue al norte fumando un habano
entre los rieles vio el fantasma de un tren
            Cerrito de Huajsapata
                                        ¿por qué me dejas aquí?

Se fueron los vagones repletos de luceros
y en las poleas el sur migró hacia el nordeste
            Cerrito de Huajsapata
                                          déjame partir

Con los coyotes encima llegaron al Paso
de las últimas colinas hasta Oaxaca Rivers
              Cerrito de Huajsapata
                                          no seas así

El tren rodaba sobre su mismo sitio directo
al bote el cactus se fue mordiendo la bala
                  Cerrito de Huajsapata
                                              déjame morir.




                           XV


Ni bien el viento decretó tierra arrasada
la lluvia como rápido armadillo se ocultó en
una secreta covacha en la Montaña del Lobo.
No hay piedad para nadie aquí en el desierto.
A la luz broncínea de la tarde fueron ejecutados
unos montes de basalto y otros de granito,
calcinados los oscuros campos del corazón.

Ese día el cactus se suicidó 33 veces y
salió ileso del tremedal de la muerte, con
aire brioso como si nada hubiese ocurrido. El
paiche y la merluza se camuflaron en la sangre.
De la alta vertiente occidental hacia el poniente
de mi cuerpo iba y venía alborotado el cuy
cuy cuy cuy cuy cuy cuy cuy cuy cuy cuy

Con claro antifaz el doble se daba de mortales
en la tensa luz del abismo y muerto de miedo a
un costado el cactus se ladea en el tembladeral.





                      XX


Atragantado en pólvora
el cactus es el único ser fantasmal
con polainas y traje verde oliva
que leía a miguelito hernández
mientras el paiche y la merluza
garabateaban en su piel
versitos de amor.




                        XXV         
                                             (Rushaca)

Amor, aquí estoy cuidando tu sueño como un tigre rojo
o un soldado de basalto de centinela
en las avanzadas del mundo (23)


Si pudiera escoger a mi asesino,
tendida como una madre bárbara, con
una inclinación tenue hacia las estrellas
te elegiría a ti antes que a mí mismo
por callada y constelada más pronto
que tarde en la inmensidad, si me das

vida tienes que darme muerte, en
torres de sangre, en torso de sombras,
en fecha y hora exacta del corazón,
bajas como la noche inescuchada,
deslizándote en pequeñas ausencias
de ríos que van a dar en la mar,
cayendo por la rápida pendiente
del eucalipto llegas a mis ojos
con tu alma, con el delirio para
consentirme otra noche en tu piel. 

Así, con ronco sudor, en goce
de ti, cuando muera, quiero
que me entierren en tus tobillos.                        
             


           
                       XXXI

Y otra vez a nacer, a partir, lejos
del páramo y hacia otro páramo (28)


Más allá de las últimas colinas, en los
caminos olvidados del agua, más allá
del desierto, del trueno y la distancia.
Por abruptas cordilleras, serpenteando
la escala de los metales y del vasto granito
que rige las alturas, sordos a los mugidos
del viento, del animal glacial y la nostalgia.

A la luz de los vestigios, de cántaros rotos
en tierra rajada, más, mucho más allá o
más acá de esa lejanía, a vista de pájaro
en el incendiado crepúsculo, una sombra y
una estatua se arrastran en van(a)guardia, y huesos
más huesos como cáscaras de camino, y ahí el

hombre de mirada vaga y apretada mandíbula,
avanza junto a otros hombres, por el alucinado
páramo, con mujeres y niños dibujando una
patria. En las grandes migraciones mudan
de pelaje y son perseguidos por la lluvia
que borra sus huellas de la arena. Detrás
de ellos no hay nadie, nada. Ni el viento
en incesante erosión de piedra, ni
el agua en implacable huida pueden
contener estos rastros de cautivos.


Prof. Jose Luis Ramos Flores

zorrosabajo@hotmail.com







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