GLOBALIZACIÓN, DIVERSIDAD Y MULTICULTURALIDAD (I)
Fuente: La Republica del 06/10/2001 (Por Eliane Karp y Linda Lema)
La globalización no es un hecho aislado de la historia. Es un fenómeno que se ha desarrollado con el devenir de los años. La globalización postula una economía estructurada en torno a un mercado mundial único. No es un proceso absoluto, ni incontestable. La globalización ha traído como consecuencia singulares protestas de resistencia global de los movimientos indígenas, ecologistas, religiosos y alternativos del mundo desde los disturbios de Seattle hasta los sucesos de Génova planteando el paradigma de la solidaridad y la justicia, antes que el mercado por encima de todo. Articular la humanización de la globalización será un proceso que habrá de tomar largas décadas.
Sin embargo, la globalización en forma paradójica accede a las demandas de los movimientos indígenas. El respeto a la tierra, a la persona humana y nuevos conceptos de interrelaciones de lo social con lo político ha dado razones suficientes para organizarse y despertar interés en el mundo globalizado, el cual a pesar de todo, otorga un espacio renovado a las reivindicaciones de los pueblos indígenas, las minorías étnicas y los marginados.
Las demandas indígenas
Latinoamérica en los últimos años ha visibilizado los procesos indígenas de Méjico, Guatemala y Ecuador, entre los más significativos. Mas, todos coinciden en sustentar: la necesidad de globalizar las demandas de los derechos indígenas. Los indígenas no quieren continuar siendo motivo de persecución, desprecio o marginación por el color de la piel, la forma de vestir, hablar sus lenguas, hacer uso de sus costumbres, su relación con la tierra y cosmovisiones distintas. Han hecho saber que ansían un mañana donde todos, incluidos los indígenas, gocen de democracia, libertad y justicia. Rechazan aquellas voces que sostienen "que los pueblos indígenas progresan sólo cuando dejan de ser indígenas". En Canadá es sobresaliente el progreso alcanzado por las comunidades indígenas en sus derechos a la autonomía territorial y otras reivindicaciones, han logrado la implementación de una legislación gubernamental de naciones primarias y negociaciones con empresas multinacionales sobre condiciones de explotación de sus recursos naturales.
El Perú aún está lejos de inaugurar estos procesos. Salvo excepciones como las demandas de las organizaciones amazónicas y comunidades andinas relacionadas a la territorialidad, su relación con la minería y defensa del medio ambiente. Sin embargo, las distancias son grandes si las comparamos con países vecinos que devienen del mismo Tawantinsuyo. Ejemplo es el Ecuador y su Constitución de 1998 como Estado multicultural y plurilingüista que ha logrado desde hace tres años dedicar US $300 millones a proyectos de desarrollo para las poblaciones indígenas según lo ha sostenido el antropólogo R. Montoya.
Pero ¿por qué en el Perú este proceso está poco avanzado? ¿Es que la aculturación ha sido mayor que en los países vecinos? ¿Es que la nación peruana fue construida a espaldas de las poblaciones originarias, como modernamente se les denomina? ¿El ciclo de la opresión y la dominación económica a millones de peruanos andinos y amazónicos está por cerrarse? ¿Cómo hemos de incluir en la nación peruana a esta gran mayoría de peruanos pobres? Veámoslo.
En este contexto avivemos las fuerzas y las energías para hacer del Perú una gran nación integrada por muchas naciones como lo fue antes. Reconozcamos el derecho a ser diferentes, el derecho a la diversidad y el reconocimiento "del otro". Tomemos conciencia de que nadie pueda ser excluido, ni por el pueblo al que pertenece, ni por su modo de pensar, ni por las reglas que elige seguir. Porque el trato igual a los diferentes es un signo de justicia y de desarrollo. En la colaboración y en la solidaridad de todos los diferentes por un fin común se habrá de alcanzar un orden de equidad y de justicia. Esto es el principio de la modernidad. Y en el ámbito internacional, la cooperación de todas las naciones de la Región hacia un orden de justicia mundial.
Pobreza de cifras
Para impulsar adecuadas Políticas de Estado es necesario contar con el conocimiento de cuántos y dónde están ubicados los peruanos que constituyen las poblaciones indígenas y amazónicas. Es precisamente, esta población peruana que vive en condiciones de pobreza extrema. ¿Pero cuáles son las cifras? Lamentablemente, los datos no existen. El Censo de 1993 es extremadamente pobre. De allí que no sea posible tener conocimiento de cuántas personas estamos hablando y cuántos recursos se necesitan para satisfacer sus urgentes demandas. Esto revela el profundo desinterés de los gobiernos anteriores en buscar el empoderamiento de las poblaciones originarias. Solo se ha encontrado la muestra realizada por el Banco Mundial, ENNIV 2,000 (Muestra Nacional sobre Medición de Niveles de Vida) que utiliza como indicador principal el idioma nativo, que permite identificar quién es y quién no es indígena. Esto no es suficiente. Sin embargo, es un primer indicador.
La muestra también nos indica que la población quechuahablante de lengua materna está constituida por 3 millones 300 mil personas y la población aymara hablante por 400,000 personas aproximadamente. Los diferentes grupos y familias de la Amazonía representados por campas y shipibos están expresados en "otros". La encuesta identifica como indígena, alrededor de 4 millones de personas. Evidentemente una población bastante grande, solo en el Perú.
En cuanto al nivel educativo la situación es alarmante. En poblaciones cuya lengua materna es la nativa se encuentra el 41% de los analfabetos del país. Es decir, casi la mitad de la población analfabeta del Perú está ubicada en las poblaciones originarias, y de 1 millón de peruanos analfabetos 436,000 pertenecen a estos grupos. La inequidad educativa también es observada en la secundaria y obviamente en el ámbito universitario. Solo el 5% de la población nativa llega a la universidad.