CAMPANAS QUEDAS
en Muquiyauyo
POESÍA
Orlando ORDÓÑEZ SANTOS. La Florida-Muqui, Jauja, Junín. Cursó estudios en la G.U.E. “San José” (Jauja) ,“ San Ramón”(Tarma) U.N.E. La Cantuta. Profesor, autor de las siguientes Plaquetas: ARTE POÉTICA (Año XIII Nro.187) JUNCO HERÁLDICO (Año VIII Nro. 44) NAUTA DE PAPEL (Año V Nro. 38).En sus versos “…se repite la figura de los elementos esenciales del mundo andino: tierra, fuego, aire y agua” (Olandina Rev. Internac. De Poesía). Colabora en Revistas y publicaciones literarias. Actual Director Nacional de Publicaciones CADELPO.
E-mail: artepoetica_2000@hotmail.com
Telfs: 6244484
945871221
ANUNCIO
Dentro la diáfana soledad
del otoño, quieta, inverosímil
está cautivo el péndulo de los años
esperando el retorno entre lluvias
del llamado desde el campanario
que callado, medita.
Bajo el último despojo mustio
junto a la acequia desbarrancada
queda aún, simplificada ahora
los desvelados heraldos de dura madera
de los quinguales agazapados con sus secretos
que jamás retoñará.
Orlando Ordóñez Santos
JUNIO 2011
AGUAS APAGADAS
Para el comando terrestre, gladiadores natos
del puquial: Julián, Felipe y Rau.
Ya no está el jardinero
quien con su atropellada bienvenida
entre geranios te abrazaba con aroma
a tierra nativa, tierra crucificada
entre los cánticos del trigo y el temporal.
Tampoco está el campanero
aquel de semblante de mole entristecido
surcado con incomparable sonrisa de niño
que sólo con la palabra bisílaba lograba
el universo poner a tus pies, todo emperador.
Y al celebrar este cumpleaños
cuánta falta hace quién vestido de luces
entre la multitud delirante de la bufada del minotauro
con su saludo de la lejana Germania, implacable
con cada verónica demostraba su rígida disciplina.
Cómo va desgranándose la razón selecta
de quiénes aprendí entretener tibia la sombra
y aunque maltrechos, a veces sin ración
con qué triturar los embates de la sequía
los militantes que bebían fuerte y apagadas aguas
seguirán bregando,
y con ellos, me voy.
RESISTIRÉ
Entre las borrascas
te sigo buscando
no importa la claridad
o la penumbra, sigo buscándote.
Es tanto la sed que guardo
en cada esquina de los desvaríos
y tú sabes bien cómo golpea
el atardecer sin el farol del puente.
No sé dónde, pero lograré
dar contigo, ya no importa
si aún tus trenzas sigan copiosas
y azabaches, pendientes cascadas inesperadas.
No renunciaré ni un instante
hasta cuando vuelto a mis manos
todo el universo cóncavo, junto
a tu mirada de raudo picaflor: resistiré.
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