OLINDA
Hoy me he despertado con el deseo de saber qué me dicen
tus ojos Olinda, de saber cuál es la esperanza de mi
mañana, de saber en qué manos se depositan los designios
de mis sueños.
Una palabra al despertarme: Olinda, surca todo el
espacio cual arcoiris en verde campo, palabra que
quiebra la muerte de un andante en sonrisa, palabra que
se convierte en jugueteos radiantes de dos mariposas
niñas, nombre que se mutila para no herir a un corazón
mutilado.
Mas, Olinda, dime: ¿Podrá ser? ¿Se ofusca la noche de
tus cabellos? ¿Te niega la luz su ternura?, pero tú,
Olinda, eres… Bueno… Si tú supieras…
Hoy he gritado con mis pulmones, en estas arenas, con la
melodía del mar, tu nombre: ¡¡¡Olindaaa!!!
He visto marchitarse la noche, temblorosamente,
apoteósicamente, cobardemente, con solo la presencia de
tu nombre.
Ah, exhalo un suspiro meditabundo... Si me engañara, si
yo me engañara, ah, prístina muerte, felizmente existes,
pronunciaría una vez más con un grito universal:
¡¡¡Olindaaaaaaaaaaaa!!!
Gary Alminagorta
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