AÑO: XII Nº 171 ORLANDO ORDÓÑEZ
SANTOS
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GALERIA DE POETAS INVITADOS:
Petroni GUTIÉRREZ RIVERA. Jauja (Acolla)
COLORES DEL VIENTO
Llegar, venir rodando
Nos hicieron venir rodando
como piedras arrastradas
por turbias aguas
de un profundo río
/ llegamos
a sembrar en los desiertos
nuestra verde hierba buena
que germinó regada por el llanto
/ dejamos nuestras travesuras
sin huaynos cortaron
nuestro monte
que retoña en el desierto.
.
TÉMPANO
Te fuiste sin aviso alguno,
sólo quedan ahora
siluetas desnudas
sin la albura grácil
que iluminaba la cana beldad
de tu alma geológica e infantil.
Ya no está la cúspide señera
¿dónde derretidas habrían
desbarrancado su picacho esbelto?
ya nada puede explicar
cómo cada copo de nieve
fue irremediable esfumándose.
Ahora, qué esperar entre solitarias
y mudas montañas vagando a la deriva
dentro los fantasmales témpanos
golpeándose sin consuelo
en cada orilla humana donde
tampoco existe ya razón de vida.
.
AMNESIA
Herrumbre teñido de olvido,
cansancio ululante de olvido,
amores destejidos de olvido,
¿por qué no olvidan
poco a poquito?
a la herrumbre del cansancio
que ya no son amores verdaderos.
De igual forma las ansias
teñidas con ululantes
lamentos terminarán
destejidas en el mismo
cráter del olvido..
.
Otra vez
por tan sólo una vez al año
el cuadrante de
de cardiopatía emocional
se enreda entre serpentinas y árboles,
árboles multicolores, lejanos, plantados
todos a la voz del ¡tres! gruñente, bronco
del único Sindicato en el mundo
que talan y vuelven a dejarlo en pie.
Luego, otra vez danzando con hachazos
derribarlo definitivamente al árbol,
árbol bendito del paraíso donde
algún día bajo su sombra la palabra
y la pasión fecundaron y poblaron la tierra.
Más, como otero o heraldo
dentro de aquella torre vacía de campanas
cobra de su fantasmal existencia
una rara belleza universal, filosofal,
porque en sus graderías, adobe sobre adobe
masculla dolorosa el eco del infinito campanero
que sembraba junto a los vientos
su grito liberado anunciaba la llegada
de los aguaceros a fructificar la guinda y el yalán
de Chacuasshanto , mientras ahora
extraños forasteros llegados desde Lurigancho
de allá cerca al cerro San Pablo
afilan sus gargantas de lúpulo y ellas,
ellas con sus blancos fustanes arrebolan
a los horizontes embriagando de belleza
al mapamundi delirante y muquina.
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