Fallece el poeta Vicente Benavente a los 83 años
OBITUARIO
En cada puerta hay restos de tus dedos,sueños con formas de tu rostro,y una flama que anida en la cenizamientras que un fragmento de adiósduerme en los violines.
Vicente Benavente Calla,
Tras una larga enfermedad que arrastraba un delicado estado de salud, dejo de existir en el Hospital de ESSALUD – Juliaca. El poeta había sido internado varias veces los últimos tres años. La última vez fue el pasado lunes: Benavente no pudo resistir la soledad que le dejó su amada esposa (Angélica Llerena, fallecida a finales del mes de diciembre del año 2008, tras 50 años de matrimonio).
Poeta ante todo de los sentimientos puros a su lar, a su tierra calcetera, de Chiñipilcos y Machu Aychas, de Cogotudos y Panzacalas, profesor, periodista, ensayista, promotor cultural, el poeta que le cantó a los jardines del viento, “La voz de la poesía juliaqueña”, deja tras de sí, los libros de poesía: «JULIA» (Poemas de 7 Estancias) Tip. Molleapaza, Juliaca 1954, agotada; «VIENTOS DE AMOR» (Antología), Edit. Garcilaso, Cusco 1962, Edición agotada; «MURAL DE LATIDOS» (Como una lágrima para todas las horas), 1974; «CANTOS ENCENDIDOS» (Pregón Calcetero), 1976. Entre sus obras inéditas: «EL AIRE DESBORDADO»; “IMAGEN DEL ALBA”; «PAGINAS DEL AGUA»; «CANTO A LAS HORAS DE NOVIEMBRE»; GOLONDRINA ENSORTIJADA»;»MEMORIAL DEL HOMBRE» Y «MARCHA DEL SACRIFICIO». También colaboró en muchas ediciones de revistas, destacando como periodista, entre las que podemos nombrar: «Progreso», “Xullaca”, «Orientación», «Calcetera», «Avanzada poética», entre otras. Benavente integró la Asoc. Cultural “Xullaca”, en la cual editó la revista “Xullaca” (1956 – 1957), organizando certámenes literarios en los cuales en una oportunidad invitaron a participar a los poetas Juan Gonzalo Rose, Alejandro Romualdo, Luis Nieto Miranda, Guillermo Carnero y Gustavo Valcárcel. Asociación que delineó en su época para
Poemas de Vicente Benavente
Viva la luz
Viva la luz
Como un árbol pasa la noche
y casi inclinada en los ojos
se abre contigo la puerta
que transparenta todo sueño.
Algo se abandona en el silencio,
algo que vive relata el corazón.
Un pedazo de piedra en el río
habla en nombre de una golondrina.
Los aires peinan tu cabellera
dormida en el reloj de espejo,
tus manos en la primavera
son flores que alcanzan tu hermosura.
Recién entendida, contempla la sed.
Costras de una tierna escultura,
alas de ave que persigue la vida
en alta voz hasta la fantasía.
Pero tú en el verde de la tierra,
en el grito que sacude los cristales,
sola me dices aferrada a la brisa:
¡Que viva la luz en la piedra más sencilla!
y casi inclinada en los ojos
se abre contigo la puerta
que transparenta todo sueño.
Algo se abandona en el silencio,
algo que vive relata el corazón.
Un pedazo de piedra en el río
habla en nombre de una golondrina.
Los aires peinan tu cabellera
dormida en el reloj de espejo,
tus manos en la primavera
son flores que alcanzan tu hermosura.
Recién entendida, contempla la sed.
Costras de una tierna escultura,
alas de ave que persigue la vida
en alta voz hasta la fantasía.
Pero tú en el verde de la tierra,
en el grito que sacude los cristales,
sola me dices aferrada a la brisa:
¡Que viva la luz en la piedra más sencilla!
Desde el silencio
En el irme lejos
pienso llevarme el día,
la mañana
Entre la humedad del hueso, y
verme solo en la distancia,
guardar mi pena
cerca de los hombres,
llenar mi voz desierta
en el monólogo del surco
hasta buscarme en el silencio.
Tú la ausencia,
tú la presencia;
digo la lluvia,
la inmensa risa
goteando el agua
en la misma rosa.
Que esta hora comience
en las manos descubiertas del hombre,
que vierta la sangre
la semejanza de la dicha,
que así amanezca
el espacio en el alma.
Que abrigo del hombre
la noción de algo,
de algo en que viene sencilla la noche
y que así tiemblo
de jugar con tu ausencia.
Ver mi amor con tu presencia.
pienso llevarme el día,
la mañana
Entre la humedad del hueso, y
verme solo en la distancia,
guardar mi pena
cerca de los hombres,
llenar mi voz desierta
en el monólogo del surco
hasta buscarme en el silencio.
Tú la ausencia,
tú la presencia;
digo la lluvia,
la inmensa risa
goteando el agua
en la misma rosa.
Que esta hora comience
en las manos descubiertas del hombre,
que vierta la sangre
la semejanza de la dicha,
que así amanezca
el espacio en el alma.
Que abrigo del hombre
la noción de algo,
de algo en que viene sencilla la noche
y que así tiemblo
de jugar con tu ausencia.
Ver mi amor con tu presencia.
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