oráculo

29.4.13

CAMINO HACIA JALSU CUYO- JACANTAYA, MOHO, PUNO. Desde la cueva del zorro Lima-Perú




 Jacantaya Quellojani 


 CAMINO HACIA JALSU CUYO- JACANTAYA, MOHO

¿Dónde vive el canto de los pájaros?
¡Carolina…Kantutita ..
Apúrate imillita, Jahuas Panccarita se hace tarde para ir a Jalsu Cuyo. Era la voz de Mama Marina Cuaquira, tierna madre de pollera de colores desgastados por el trajín de una vida entera. Otra vez mas se oye una voz desde los eucaliptos que esbozan la fresca madrugada, kantutita…apúrate…se aleja en el vacio con el vientecillo de los totorales, para el gran proyecto de agua, agua potable en las alturas de Jalsu Cuyo.

Comienzan las manos, los pies, el sudor, piedras, cementos. Se desnudan las sombras de los cerros, los maizales desatan los vientos para hacerse un fino hilo de música, los huertos detienen la llovizna, las gaviotas descifran el lenguaje de los ispis y karachis, Aquí los peces plateados de lago anidan con sus minúsculos colas agitando sus aletas tratando de apagar el sol.

Es hora de merienda de los frutos de esta misma tierra, el choclo sancochado con su queso, Mukuraya imillita ¿Dónde estarás?.
Carolina…Kantutitaaaaa. Sus ojos de lucero brillaba y el cielo a punto de caer, cuando al atardecer una llovizna moja en círculos el cuerpo de kantutita, y los insectos pequeños habitantes que arrastran la memoria de los huesos que duermen, en las chullpas sin nombre, los búhos se despiden en cada esquina de llantén, se viene la noche sumergiéndose en la casas remendadas de herbajes.

Carolina…kantutita… por fin juntos nuevamente después de un arduo trabajo insospechado pintaste el espíritu de las bandadas de los relámpagos que caen en el sonido infinito de los ríos, sembraste una planta de hierbabuena en los caminos de herradura de Quellojani.

¿Dónde viven el canto de los pájaros?
La flor de kantuta que crece con el beso del sol danza con el canto del agua en las tardes amarrabas soles y gaviotas en el hombro de tu abuelita, …. Tus pétalos lleno de aroma orean, en las orillas de lago Titicaca, kantutita te convertiste en la más rara mariposa fosforescente que se diluye en nuestro fogón, es hora de otra vida, Carolina…Kantutita…


Jlrf2013
 
Jacantaya Quellojani 
  foto del profesor:Oscar León Condori

23.4.13

Trilce, El pez de oro e Inkarri, La Biblia del Indigenismo, desde la cueva del zorro- Lima







Una paradoja, que está por desarrollarse y acaso  pasar a enriquecer y problematizar la literatura peruana, es cómo un peruano de segunda generación --que por sus abuelos españoles  es Vallejo-- influencia de modo directo (particularmente con Trilce) la poesía de Alejandro Peralta (Ande, 1926) y --a pesar de no gustar de Vallejo o no valorarlo-- también la compleja obra dramático-retablista de su hermano Arturo o “Gamaliel Churata” presente en El pez de oro [1927] (1957); y, en consecuencia, movimientos autoctonistas como el que representó y animó el Grupo Orkopata en Puno (1926-1930) y que dirigieron ambos hermanos.   
 
El pez de oro: la Biblia del indigenismo, según Omar Aramayo, o el ur-text de las diglosias literarias formales peruanas, según Enrique Ballón (Usandizaga 13).  Aunque debemos a esta misma autora puntualizar que: “la obra de Churata se aleja de la de la mayoría de los indigenismos, que trataron de representar el mundo indígena; para él, el proyecto era conectar con el saber y la sensibilidad de ese mundo para escribir una obra  que reivindicara los orígenes de los culturalmente mestizos como él y a la vez hiciera visible lo propiamente indígena fuera de los estereotipos  ligados a la mirada externa, en la medida, claro, en que es posible  evitar esa mirada por parte de un no-indígena” (Usandizaga 14).  Conviene recordar  que Gamaliel Churata polemizó con César Vallejo en torno a la dura crítica de este último a las vanguardias [Boletín Titikaka, mayo de 1927]; pero como bien apunta Elena Usandizaga en su reciente edición de El pez de oro: “al final su obra va en el sentido de lo que reclamaba Vallejo: un vanguardismo no mimético y cuya originalidad no radicará en las fórmulas de lo nuevo, sino en una sensibilidad más profundamente rupturista” (Usandizaga 27).  No está demás proponer, apenas deslizado aquí, lo productivo que podría ser en un estudio posterior ligar Trilce con El pez de oro en tanto versiones distintas y complementarias del mito de Inkarri; ya que, y no sólo en el caso del poemario de 1922 y probablemente de gran parte de la poesía de César Vallejo: “En El pez de oro sí hay una referencia directa y relacionada con el significado de lo soterrado que ha de volver: la apreciamos en la aparición mítica del Inca, personificada en el Puma de oro, Khori-Puma, y su sucesor el Pez de oro, Khori-Challwa” (Usandizaga 55).

Usandizaga, Elena (ed.)

2012     “Introducción”.  Gamaliel Churata.  El pez de oro.  Madrid: Cátedra. 11-116