oráculo

6.11.10

"Delirium Tremens Poesìa Actual" Por Roger Garcìa Clavo, en la cueva del zorro Lima Perù



“DELIRIUM TREMENS POESÍA ACTUAL”

Por: Roger García Clavo

La poesía nos despierta del embotellamiento que el sistema impone a través de todos sus medios. La palabra nos sacude el alma cada vez que el hombre intenta sumergirse en la ignorancia y en el pasatiempo inútil del momento. Es por ello que la creación poética es un hincapié a conocer la incertidumbre de nuestra época y convertirla en la primera inspiración transformadora.

La poesía tiene esa intención, tiene esa iniciativa, de hacer de la imagen un ángulo de esperanza en medio de la modernidad y de la lectura de puro entretenimiento o de simple placer. A pesar de la incertidumbre existente en la poesía de Delirium Tremens, Revista de literatura de alcance internacional, Nº 1, agosto del 2010, dirigida por Paolo Astorga; hay esa exigencia social, inclusive personal, por incendiar toda debilidad que vaya contra la lucha diaria.

La anécdota y la cuestión simbólica se convierten en una consecuencia de la realidad personal en cada uno de los catorce poetas que integran esta revista.

Quizá esta iniciativa ha surgido en mi pensamiento algunos versos que van enumerados en el orden que tiene cada poeta en la revista. Que sea una cuestión de inspiración y de rendimiento a la palabra.

POESÍA INTENCIONAL

I

La lluvia y el sol;
las flores y la experiencia
acabaron con la casa de mis abuelos.
El campo y su patio de hojarascas
hicieron que el tío loco
pateara toda la bosta de las vacas
y toda mi infancia
al filo del machete
y alforjas llenas de silencio
y sonrisas lejanas.
Allá en Balsas
hasta el rebuzno del pollino
o el valido del ternero por su dueño,
se engrandecía en la plácida sombra
de chirimoyos y guayabas.
Aún nos vemos soltar de golpe la tranca
para correr tras el perro o el agua.
Aún veo a mi abuelo desaparecer
por entre sacates y lúcumas,
tan conejo como los fantasmas de los cerros.
Aún siento la caída de la abuela
por el correr de un cerdo
que adelantó su muerte entre guarangos
y misas de domingo
en la radio y su cama.
Todavía encuentro los trastes de la choza
como un espejo de soledad,
ese encuentro innecesario con el viento.
Todo ha terminado,
hasta la muerte sigue rondando
las zarzas y pajonales de bardas y eras
que un día fueron de fiesta...

II

Somos todos los nombres
que se desvarían en cada cristal del tiempo;
nuestros ahojados y ajados ojos
desbordan todo el dolor de sus sílabas
como un repentino paso a la muerte.

III

Inmóvil,
sentenciosa
y afriada es tu boca
después de un ecuestre beso.

IV

Estoy asfaltado de jardines
humanamente solitarios.
Las flores sencillean sus pétalos a diario
hacia la nada:
transcurso a la muerte
y a la felicidad.

V

Nuestra edad
es un desnivel con el pasado y el presente.
Toda la fiesta de la familia
se multiplica cada cierto tiempo en los cementerios
cual juego de trompos
o tajo de cebollas.
Nadie recordará nuestra felicidad
entre ese juego
y el incendio de velas
de seguir viviendo.

VI

La libertad
es un pájaro que vuela
tan enfermo
por un campo
o ciudad
de América.

VII

El león y su melena
atrapa la luz de un poema,
tan medieval
como la vida
de algunos hombre
en esta época.

VIII

Algo inédito está en nuestras manos,
el latido del corazón
mientras nos espiamos.

IX

El camino, un ojo de agua,
nos acorta la soledad al cementerio.
Todos los eucaliptos
o el silencio de crucificados
o las heridas de los pies por sus piedrecillas
nos da contra la puerta de nuestros secretos.

XI

En Lima,
en la avenida democracia,
la noche
es una patada a la belleza de esta vida.
Tanto trabajo;
para tan poca pasta en la mesa.

XII

El sueño,
la esperanza que se nos va por la ventana
con la primera sensación del día.
Lo demás,
es realidad en la calles
y hogares del Perú.

XIII

Otra vez la espiga en la piedra;
en las hojalatas de nuestros ojos.
Pisco y Puno
es un ritmo de tragedia y hambre;
abandono y frío.

XIV

Un poco de chicha y aguardiente
para sortear este altar que es nuestra patria.
Un poco de la danza de las golondrinas
para encaminar nuestra mitra por la ciudad
que nos ensaca la esperanza y la sonrisa.
Entaca la alegría de los niños
en todo un zapato de payaso
que divaga por palacio
como una gran hormiga.

XV

La vida,
ese trance de compra y venta,
camina como un verdugo en supermercados.
Es infausta y egoísta
porque el hombre con su macana en la puerta
finge seguridad
como una hipocresía a la muerte
que palpa su espalda
en cualquier iniciativa,
en las calles de Lima.

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