oráculo

21.7.09

RODOLFO HINOSTROZA UN VUELO AMERICANO






Perder Un Poema

Perder un poema no es una catástrofe mayor, como perder un ser querido, por ejemplo, pero suele frustrar los proyectos que despedían de ese poema, y la línea creativa que planteaba se interrumpe, y a veces no vuelve a surgir. Los poemas perdidos raramente se vuelven a rehacer, y cuando se rehacen nunca quedan como antes, como no se queda igual después de un accidente. Pero así como un poeta suele perder uno que otro poema a lo largo de su vida creativa, también suele recuperar alguno que creía perdido para siempre, y esto compensa en algo los poemas perdidos, por que rescatarlos de la negruras del olvido es algo que procura una intensa satisfacción, según me cuentan todos los que hemos pasado por un trance similar. Esta forma parte de la vida de un poeta, y todos podemos contar nuestro propios cuentos de aparecidos y desaparecidos, de hallazgos y extravíos, de ausencia y retratos.
No es lo mismo un poema perdido que un poema quemado en una hoguera, o roto en mil pedazo9s como un espejo, o arrojado a una acequia o a un WC por el propio poeta. Los que uno destruye y aniquila son borradores, ensayos fallidos, prueba puntuales que constituya parte del aprendizaje del oficio, y que han sido sometido a un control de calidad que no han superado: son los poemas desechados por malos defectuosos, irrecuperables, los versos intransitables, destemplados y cojos de los que no se pueden sacar nada, en consecuencia uno los quema y los olvida lo mas antes posible. Algunos colegas míos- Juan Gonzalo Roze, Manuel Escorza, Cesar calvo- solían guardarse los mejores versos de un poema desechado, para ver como lo acomodaban en alguno que otro poema por que esos “se salvaban” del naufragio del barco, y de repente la misma viejas metáforas amorosas aparecían en un nuevo poema de corte social, como una mancha incongruente en la pared azul, de un matriz equivoco, que observada de cerca parecía un retoque fotográfico. Yo más bien prefería olvidar estos versos infortunados, estas semillas que no fructificaron y tratarlo como a humus fecundante que me nutre, como un colchón de olvido que bulle en mi inconsciente, por decirlo de alguna manera.
Pero los poemas que se pierden una vez terminados son otra cosa, representan la parte aleatoria y peligrosa del oficio de poeta: es mas fácil perder de papel con un poema que un lienzo enmarcado en un bastidor, o una escultura en yeso de parís, es evidente. Los pintores y escultores casi nunca pierden una obra, las rompen, las rasguñan, se las roban, pero no la pierden y los poetas si. Uno pierde un verso o un poema por desatención, por olvido involuntario voluntario, por exceso de prisa y defecto de memoria, por malos cálculos, por mil razones diga usted. Y un poema es mas difícil devolver a hallar, por su tenue existencia material y la imperfección de nuestra memoria, pero eso, forma parte de los riesgos que comporta el oficio. Por eso cuando se recupera un poema que se había extraviado es como recuperar un tul en una piscina, un camarada perdido en una mina, una carta de amor bajo la lluvia, un trompo de madera de naranjo.

Texto de Rodolfo Hinostroza.
La casa de cartón revista de cultura
II EPOCA / N° 29

1 comentario:

Sandra Figueroa dijo...

Es un gusto pasar a saludar y asi descubrir a Poetas que desconocia. Te dejo un beso, cuidate.